Gestión y Uso del Agua en Zonas Rurales y Urbanas

Jesus Arteaga & Chris Wood. Moderador: César Arias de la Canal. Presentation: Patricia Cardona

Bienvenidos una vez más a los Diálogos del Agua. En esta ocasión el tema sobre Gestión y uso del agua en zonas rurales y urbanas promete enriquecer aún más nuestro entendimiento sobre lo que ya hemos venido comentando desde mayo pasado: el impacto del cambio climático, los efectos de la sequía y la desertificación, los desequilibrios en la distribución del agua, los vicios y malos hábitos en el consumo del agua. Sin embargo, soluciones hay, y muchas, a todos estos problemas y nuestro enfoque, el día de hoy, estará puesto ahí.

Participan en esta mesa el periodista canadiense Chris Wood, el ingeniero Jesús Arteaga y como moderador, el abogado César Arias de la Canal. Por la diversidad de visiones, tendremos la oportunidad de conocer en detalle los aciertos y desaciertos en la gestión del agua en otras partes del mundo, así como en nuestro ámbito local.

Chris Wood es un multipremiado autor de varios libros sobre la protección de nuestros recursos hídricos y la crisis del agua en Norteamérica. Cuenta con una larga trayectoria como corresponsal en más de doce países, incluyendo Corea, España y Sudáfrica. Durante los últimos 10 años se ha concentrado en el tema del futuro del agua y como coordinador editorial de la Sociedad para las soluciones Tyee, en Vancouver, se enfoca fundamentalmente en hacer periodismo de investigación.

El ingeniero Arteaga es agrónomo y gerente del Consejo Técnico de Aguas Subterráneas (COTAS) del Río Laja, asociación que se encarga de dar asesoría a los agricultores de la región norte del Estado para el buen uso y manejo sustentable del agua subterránea. Como ingeniero agrónomo con especialización en horticultura protegida, estructuras de invernaderos y cultivos sin suelo, se ha desempeñado como asesor en producción en invernaderos y sistemas de riego.

Por su parte, nuestro moderador César Arias de la Canal, abogado, ha sido un intenso estudioso y activista de los derechos humanos, así como defensor del patrimonio natural y cultural de San Miguel de Allende. Fue miembro inicial de la Sección Mexicana de Amnistía Internacional. Es autor de libros y publicaciones sobre temas sociales y ambientales y actualmente es presidente del Jardín Botánico y Área Natural El Charco del Ingenio, proyecto que fundó junto con otros sanmiguelenses y residentes en 1990. Es miembro del grupo ciudadano Va Por San Miguel de Allende AC.

Chris Wood: Estamos hablando hoy sobre La Gestión de agua en zonas urbanas y rurales. Hay mucho que decir sobre este asunto, pero voy a concentrarme en una sola idea: ¿cómo aumentar nuestros recursos de agua? Es decir ¿cómo aumentar el agua que está disponible y su sustentabilidad para nuestro consumo? Para ser preciso: el agua que recibimos del cielo, y que no se pierde a través de “evapotranspiración”, puede ser visto como nuestro “recurso” disponible de agua para uso humano y de la naturaleza. Además, la cantidad de agua que en realidad está disponible cambia año con año. Sin embargo, esta cantidad de agua es la que tenemos y tarde o temprano tenemos que aprender a vivir dentro de los límites del agua disponible.

En la mayor parte del mundo ya no estamos viviendo dentro de esos límites disponibles. Estamos tomando agua muy antigua de los acuíferos que no se están recargando con agua de lluvia. Con el tiempo vamos a agotar nuestros ahorros hidráulicos y tendremos que vivir del agua que recibimos de la naturaleza.

Pero en varias partes del mundo recibimos cada vez menos lluvia con patrones irregulares—o perdemos reservas de agua por medio de ‘evapotranspiración.’ Los cambios climáticos nos afectan a todos y están determinados por la ubicación del lugar, la topografía y también el terreno. Cada lugar tiene su propio micro-clima. No obstante, las características principales ya son evidentes. Como se ha mencionado anteriormente en estos diálogos, existen mayores extremos climáticos—más calor, más humedad, vientos más fuertes. A veces en el norte o altas montañas hay menos nieve. Las sequías son más persistentes y los aguaceros más feroces que nunca.

Y como me dijo un meteorólogo canadiense, Dave Phillips, “No es el promedio lo que nos destruye, sino los extremos.” Debido a la desesperación por el hambre y las sequias se han talado todos los arboles de su región—causando aún peores sequias. Pero estos círculos viciosos puedan funcionar de manera opuesta si los restauramos. El secreto está en la naturaleza—plantas, árboles, céspedes… elementos que forman parte de un ecosistema— y que es un proveedor y almacén de agua sin igual.

En general, entre más follaje tenga un terreno y entre más materia orgánica se incorpore a los suelos, mayor captura y almacenamiento de agua cuando llueve.

Entre menos agua se escurra, menos se abruman los sistemas de drenaje y de tratamiento de agua. Habría menos amenaza de inundaciones o de evapotranspiración. Podríamos hacer que rinda el agua sobrante y recargue los aquíferos.

Tenemos indicios que comprueban que es más económico invertir en la naturaleza que en grandes obras de ingeniería. Estas inversiones se tendrían que hacer dentro y fuera de las ciudades. El ejemplo tal vez más conocido es el de la ciudad de Nueva York en Estados Unidos. Hace unos años tenían problemas con la calidad del agua potable. Estaba a punto de caer por debajo de los estándares permisibles reconocidos por el gobierno. El Departamento Municipal de Suministro de Agua investigó que una nueva planta de tratamiento costaría entre 6 y 7 mil millones de dólares—$90 mil millones de pesos.

Pero existía otra opción: con la inversión de solo 1.5 mil millones de dólares—20 mil millones de pesos —habría la posibilidad de cambiar las normas y las prácticas de los agricultores, restaurar la vegetación ribereña e iniciar cambios en el uso de suelo de la región al norte de la ciudad, la zona que surte agua a la ciudad. El resultado de esta inversión fue que el agua quedó tan limpia que no fue necesario ningún otro tratamiento adicional. Sé que en la Sierra Gorda de Querétaro están haciendo algo semejante.

En tres ciudades estadounidenses (Seattle, Washington, Portland, Oregón y Portland, Maine) usan la naturaleza de manera estratégica, ubicando jardines en lugares específicos, junto con otras medidas ecológicamente sustentables, para detener el escurrimiento del agua. Se ha comprobado que estos métodos son entre 7 y 200 veces más económicos que el uso del drenaje tradicional.

En otros lugares se ha comprobado que el uso de ciénagas para limpiar agua contaminada es más barato que usar plantas de tratamiento para la purificación de agua. En una escala mayor, las mismas técnicas pueden restaurar regiones enteras.

Un ejemplo lo tenemos a menos de 10 kilómetros de aquí, rumbo a Dolores Hidalgo. Hace poco más de quince años fueron sembrados miles de árboles antes de construir el desarrollo urbano Candelaria. Resulta que estos árboles han ayudado a establecer un micro-clima agradable para los habitantes y aparte, ayudan a mantener un nivel de agua estable en el pozo que surte la zona.

En África, justo al sur del desierto Sahara, la gente ha sembrado millones de árboles. La presencia de estos árboles ha restaurado 3 millones de hectáreas de terreno que anteriormente era considerado árido y semidesértico. Sus campos recuperaron la fertilidad haciendo la vida cotidiana mucho más agradable.

También se aprovechan estos árboles para obtener leña, fruta y forraje.

Aumentar la materia orgánica de los suelos es otro ejemplo de cómo podemos gestionar agua con la naturaleza y no en su contra. En Estados Unidos se comprobó que al aumentar del 1 al 5 por ciento el contenido orgánico del suelo, se aumenta también la capacidad de almacenar agua entre los 15 y 88 litros por metro cúbico — ¡casi seis veces más!

En más de 50 países los pequeños agricultores usan esta medida para aumentar del 50 al 90 por ciento sus siembras de arroz y otros cereales, incluso maíz, además de legumbres y otras cosechas. Y lo logran usando mucho menos semilla, la mitad del agua, menos fertilizantes y menos mano de obra. El único requisito: mantener los terrenos bien aireados… y surtidos con abono orgánico…. Esta solución no debe costar mucho. En cualquiera ciudad desechamos cientos, si no miles de kilos de residuos orgánicos a diario. Está en nuestra propia basura, en la de hoteles, restaurantes etc.

Ahora, la tecnología también juega un papel importante en la agricultura de gran escala pues en cualquier parte del mundo ésta consume más de las dos terceras partes del agua. Creo que en México es el 80%. Pero aquí también podemos ahorrar agua.

En la provincia (es como un estado) de Alberta, Canadá, los distritos de riego instalaron canales de distribución en tubos subterráneos. Operadores agrícolas cambiaron la manera de hacer llegar el agua a las cosechas. En los últimos 10 años han logrado regar un 15% más de terrenos agrícolas, consumiendo el 30% menos de agua. Esto ha permitido que una porción del agua ahorrada ahora esté dirigida a usuarios urbanos.

Para poner en marcha estas soluciones, más importante que el dinero son los ciudadanos comprometidos e informados acerca de las diversas soluciones y con la disposición de participar activamente en lograr estas metas. Y aquí en estos diálogos tenemos a dos grupos demográficos con recursos muy importantes para tal cometido.

Por un lado los estudiantes que tienen capacidad de investigar—sobre todo a través del internet… Como jóvenes, conocen cómo comunicarse con el mundo por las redes sociales. Conocen el poder de Tuitear! También tienen sus círculos sociales, parientes y conocidos a quien informar sobre lo que está sucediendo con el agua.

Luego están los mayores, tal vez jubilados (y como yo, supongo no de nacionalidad mexicana) que tienen conocimientos y capacidades profesionales que pueden ser de gran ayuda para la restauración de los ecosistemas y las gestiones de agua. A lo mejor tienen un poco de tiempo libre para compartir estos recursos.

Lo que más me gustaría dejarles hoy es lo siguiente: no se trata de elegir entre seres humanos o naturaleza para distribuir los recursos del agua. Entre más prospere la tierra y la naturaleza, más agua vamos a tener todos, y como sociedad seremos más resistentes a los cambios climáticos extremos. A este concepto le llamo ‘seguridad ecológica’—y es aún más importante que la seguridad civil.

Calles seguras no valen mucho si la gente se muere de sed. Para esto sólo se requiere de una acción colectiva y comprometida.

Jesús Arteaga: Como director de COTAS de la zona del Río Laja quiero debo dejar muy claro que el control y la gestión del agua debe estar en manos de las autoridades. Nosotros no somos quienes gestionamos los recursos hídricos como se ha entendido equivocadamente. Somos una asociación sin ánimo de lucro que quiere contribuir y apoyar para que las autoridades puedan realmente aplicar la ley y gestionar el agua correctamente.

Empezamos en 1999 y tenemos la estructura de un consejo directivo con la participación de representantes de todos los sectores de consumo de agua de la zona: industrial, agrícola, doméstico, urbano y público. Nuestra asociación está reconocida por la Comisión Estatal del Agua como órgano adicional de la Comisión Nacional del Agua. Por lo tanto, puede hacer cumplir algunas de las regulaciones de la Comisión Nacional del Agua. Nosotros participamos en la gestión del agua promoviendo el uso eficiente y la conservación de su calidad,

teniendo en cuenta que es un recurso finito vulnerable.

El agua tiene un límite y ya hemos rebasado ese límite. Así que regulamos su extracción. Hay dos áreas que más nos preocupan. Ya se sabe que el 83 por ciento del uso del agua en esta región es para la agricultura. Pero no se toma en cuenta el contexto cultural de nuestros agricultores que es bastante complicado.

De esto nos ocupamos también. Es decir, podemos tener toda la tecnología disponible como la que Chris ha mencionado, pero los hábitos y el conocimiento de los agricultores sobre la sustentabilidad es muy complejo. Nuestra asociación trabaja arduamente en la aplicación de la nueva tecnología, pero nos concentramos más en la sensibilización y cambio cultural de los agricultores.

Ochenta por ciento de los agricultores en el acuífero tiene entre 60 a 80 años de edad. Tratar de cambiar su forma de pensar es casi imposible. Lamentablemente, no tenemos tiempo suficiente para revertir la situación que nos ocupa.

Otro obstáculo con el cual nos enfrentamos es también difícil. Como asociación civil tenemos representación en la Comisión Nacional del Agua. Participamos en la definición de políticas y representamos al Comité Directivo de la Comisión Nacional del Agua en el Estado, pero lamentablemente los cuatro municipios de esta zona no trabajan conjuntamente para encontrar soluciones compartidas. Las decisiones del Comité Directivo se realizan de acuerdo con los acuerdos adoptados por la Comisión del Agua para que todos los proyectos e iniciativas de los municipios sean autorizados por la Comisión Nacional del Agua, de lo contrario no podemos participar.

Desafortunadamente, los organismos operativos de agua potable como SAPASMA creen que son autónomos y que pueden hacer todo por sí mismos. No pretendemos hacer su trabajo, sólo queremos mejorar sus propios proyectos ya que también participamos en el Fideicomiso de acuífero. Ahí hay mucho dinero,

pero si no hay proyectos de los municipios, el dinero permanece allí o se canaliza a otros fideicomisos en el Gobierno del Estado. También enfrentamos los vaivenes de la política. Guanuajuato tenía un área prioritaria donde trabaja el Conafort en la reforestación y la restauración. Sin embargo, cuando el PAN ganó en el estado, esa área se redujo en un 10 por ciento.

También estamos representados en la Junta de la Cuenca Lerma Chapala. Cinco estados tienen que estar ahí. Y se toman decisiones importantes con respecto a todas las cuencas (la extensión superficial), no sólo el acuífero (la extensión subterránea) ¿Cuáles son algunos de los temas que tratamos en esta área?

Como asociación civil tenemos que considerar el uso de dos acuíferos: el acuífero de Allende y la Cuenca Alta del Río Laja. Trabajamos el 67 por ciento de zona de San Felipe, el 85 por ciento del área de San Diego de la Unión, el 100 por ciento de Dolores Hidalgo y el 92 por ciento en San Miguel de Allende. También estamos presentes en Silao con un 2-5 por ciento y un porcentaje muy pequeño de la zona de León.

Algunos sostienen que esta división del acuífero es de carácter administrativo y político, pero deben saber que para poder recibir los fondos para los programas que manejamos debemos ajustarnos a la legislación actual. Si cambiamos el nombre y los límites del acuífero no vamos a recibir ningún tipo de apoyo, porque los cambios no serán reconocidos. Así que el acuífero tiene estos problemas y están fuera de nuestro control.

Nuestra área agrícola está dedicada principalmente a la exportación. Esto es bueno para el Estado, pero nada bueno para el acuífero. Por supuesto, genera empleo y riqueza, pero también una sobreexplotación de los recursos hídricos. Las tareas paralelas que tendrían que hacerse no se están haciendo a cabo como lo requiere la zona. Me refiero a la reforestación, la restauración del Río Laja, la recarga de la cuenca, por ejemplo.

También tenemos una gran cantidad de actividad industrial debido a nuestro buen clima y ubicación. Sin embargo, las industrias contaminan más y no prestan mucha atención a la depuración de sus descargas. Nuestras autoridades no consideran que tenemos un gran deterioro ambiental.

En este momento la prioridad es la Cuenca Lerma Chapala, no el acuífero. Pero en el área de los cinco estados que conforman la Cuenca Lerma Chapala, éste (el acuífero Allende) es el punto de suministro, pero nadie le presta atención.

Atendemos la parte sur del estado, a Michoacán, al estado de México, pero no al norte de Guanajuato.

También trabajamos con el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua. Tenemos en proceso dos estudios sobre el acuífero en las áreas de recarga. Ahí hacemos lo que Chris dice: reforestar, conservar, cubrir de follaje el área. Hemos hecho este tipo de trabajo con la Conafort (Consejo Nacional Forestal). Trabajamos 500 hectáreas en San Miguel de Allende para la conservación del suelo y el agua. Este año vamos a trabajar 600 hectáreas en San Miguel y Juventino Rosas, así como 400 hectáreas para el mantenimiento de la reforestación anterior.

También tomamos medidas. Las simulaciones son muy buenas, pero la verdad es que tenemos que medir los movimientos del agua en el acuífero con el fin de saber lo que está pasando. Contamos con una red de monitoreo en zonas barométricas en el acuífero Allende y del Alto Río Laja con lecturas cada 24 horas que tienen que ver con la temperatura y el movimiento del agua. Así tenemos un conocimiento real sobre la reducción de los niveles de agua. Si le preguntan a las autoridades sobre este comportamiento, no lo saben. Si hablamos con los cuerpos operativos como SAPASMA, les van a decir que hace dos años tuvieron que perforar más profundo para extraer el agua … Es todo muy vago.

Contamos con medidas muy precisas sobre la reducción del agua ya que sabemos cómo la temperatura va en aumento. La temperatura tiene mucho que ver con la cantidad de fluoruro y arsénico. Así que las altas temperaturas tienen que ver con la presencia de estos metales pesados.

Las áreas agrícolas tienen ciertos problemas con la presencia de sodio. Hay varias maneras de deshacerse del sodio en la agricultura, pero deshacerse del fluoruro y arsénico en el agua es costoso. Así que tenemos que hacer todo lo posible para evitar la contaminación. Para ello tenemos áreas de control con el fin de decidir qué acciones tomar para reducir estas concentraciones de metales pesados.

Tenemos medidas desde 1996 al 2012 y se ha observado una reducción de más de 100 metros en el acuífero. Para el acuífero de Allende esto es bastante problemático pues ya no contamos con un área de recarga. Si no captamos el agua de lluvia y hacemos todo lo posible para provocar la infiltración no vamos a ser capaces de recuperar los acuíferos. Necesitamos mucha reforestación, obras de conservación, obras de restauración, de cobertura vegetal, incremento de la materia orgánica en los suelos y todo esto es lo que llamamos cultura del agua cuando trabajamos con nuestros agricultores.

Los productores no cambian sus hábitos tan rápidamente, incluso si les mostramos las ventajas de utilizar menos fertilizantes y mejores sistemas de riego. Aplican este conocimiento poco a poco y nos puede tomar hasta 60 años a partir de ahora para ver un avance real. Si un agricultor es más eficiente y reduce el consumo de riego del 30 al 60 por ciento, en vez de continuar así aumenta las hectáreas de cultivo, por lo que el problema nunca termina. El agricultor no está realmente preocupado por el recurso hídrico. Y hay una gran cantidad de empresas extranjeras que exportan sus productos y ellos no se preocupan tampoco por el agua. Alquilan un rancho y cuando ven que el nivel del agua ya no les favorece, se trasladan a otro rancho. Eso empeora las cosas. ¿Y quién se queda con el problema? El propietario de la tierra. Revertir esta situación es casi imposible.

Hay un cultivo satanizado que es muy importante para la zona. Estoy hablando de la alfalfa. Todos dicen que los que cultivan la alfalfa no se preocupan por el agua.

Una hectárea de alfalfa necesita de 5.500 metros cúbicos de agua. Pero el brócoli utiliza 12, 000 metros cúbicos. ¿Por qué? La alfalfa viene del desierto. Sin embargo, el brócoli, la lechuga, la coliflor, la zanahoria, las coles de bruselas utilizan más agua. El 85 por ciento de una cabeza de brócoli es agua. El 97 por ciento de una lechuga es agua. Si tuviéramos cultivos eficientes en agua, no tendríamos este problema. Pero no podemos pedir al agricultor que deje de sembrar esos cultivos porque provocaríamos una crisis social.

Tenemos que dar otras opciones cultivo como son los espárragos, el más eficiente. El maíz, el frijol, el nopal y la tuna son muy eficientes también. El problema es la industrialización y la cultura local. Soy de Dolores Hidalgo, donde se dice que si no crecemos pimientos o brócoli, no somos productores porque esos son los cultivos representativos de la zona y los que dan estatus. Pero no son rentables debido al alto costo de producción ya que requieren de mucha tecnología. Un cambio hacia otros cultivos haría todo más fácil.

En San Miguel de Allende tenemos alrededor de 82 pozos y 85 por ciento de ellos tienen un cierto grado de contaminación. Este es un tema crítico. Si hablamos de metales pesados y bacterias, la situación es grave. Es por eso que consideramos importante la utilización de cloro en el consumo del agua de esta región. Por supuesto, también tenemos que colectar agua de lluvia y darle tratamiento al agua utilizada. En otras partes del estado el agua de la superficie se utiliza para riego con un cierto tipo de tratamiento y una mejor tecnología para el riego de cultivos.

Así que hay mecanismos que se utilizan para cambiar las cosas, es bueno saber que existen y tenemos que saber quién nos puede ayudar en esto.

A partir de nuestras medidas, sabemos que tenemos un déficit de 32 millones de metros cúbicos de agua al año. Eso es lo que estamos bombeando del acuífero, más de lo que deberíamos. Si pudiéramos infiltrar la lluvia, cambiar a otros cultivos, reforestar y utilizar mejores sistemas de riego, podríamos estar en una situación de equilibrio. Estamos trabajando en el cambio de mentalidad de los agricultores para que tener más agua durante más tiempo.

Cesar Arias: Lo bueno de la participación de Jesús Arteaga es que nos ha hablado desde el punto de vista del agricultor. Creo que es necesario el cambio en la mentalidad y cultura de los agricultores, no sólo de los pequeños sino de los grandes productores porque no están tan educados. También podríamos incluir a los funcionarios y políticos.

Comentario del público: Soy Arturo Morales, miembro de la sección social de COTAS. La emergencia hídrica a la que nos enfrentamos hoy en día tiene que encontrar nuevas políticas y estrategias de planeación, no sólo para el consumo público sino para el desarrollo empresarial y de vivienda. También tenemos que hacer algo en el área de gestión.

Necesitamos una mejor gestión. Usted sabe muy bien que la mayoría de los agricultores son sólo técnicos. Tal vez tienen doctorado, pero si sólo manejan una ambición a corto plazo, en vez de largo plazo, no hay nada que podamos hacer.

Muchos de nosotros quisiéramos estar en contacto con ustedes para establecer que la realidad física del acuífero es UNA. Cuando las autoridades dicen que tenemos dos acuíferos, no están entendiendo la realidad. Estaríamos muy contentos si usted está dispuesto a trabajar con nosotros a fin de adecuar la realidad jurídica a la geofísica, junto con las leyes federales y estatales, para que podamos hablar de una sola planificación, una sola estrategia. No nos hagamos tontos. La segunda cosa que quiero saber es si COTAS está dispuesto a ayudarnos a hacer presión sobre las autoridades para hacer cumplir la gestión del agua.

En el caso de las concesiones de agua, me gustaría decir que en este momento es más barato obtener una concesión para la agricultura que para fines de restauración, o incluso ornamental. Tenemos que cuidar nuestros corredores naturales y aprender a conservarlos. Hay más de 30 comunidades indígenas que están dispuestas a trabajar junto con COTAS.

Jesús Arteaga: En primer lugar, como ciudadanos ustedes están representados por la asociación COTAS. Sin embargo, es difícil participación de las 30 comunidades si no tienen una concesión de agua. Sin embargo, el Municipio los representa a ustedes como usuarios. COTAS no limita a nadie. Todos utilizamos el agua.

Las concesiones en realidad no cuestan. Una cosa es lo que puede pagar por la concesión y otra lo que se paga para adquirirla. Y usted paga por el uso de las zonas federales. Acabamos de adquirir una concesión para la conservación de las aves migratorias y ha sido aprobada. Hay ciertos requisitos que a veces no se cumplen y esto lo complica todo. No es fácil. Una vez que tengan una concesión deben pagar por el uso de medidores y servicios. El uso agrícola no paga por esos servicios. Así lo establece la ley.

Cuando usted dice que debemos tener en cuenta un sólo acuífero, esto haría que el problema se empeore. Si decimos que Laguna Seca, Jaral de Berrio, Dr. Mora y Juan José Iturbide, Allende y la cuenca alta es un acuífero, usted podría perforar un pozo en San Felipe y traer el agua a San Miguel. Eso no está permitido por ley. No podría hacer eso. Hemos tenido la mayor explotación desde 1968 gracias a los pozos ilegales perforados con el permiso de la Comisión del Agua que es una de las entidades más corruptas en México.

Comentarioa del público: Soy Enrique García. Creo que ambos tienen razón, porque sólo hay un acuífero, pero debido a los movimientos de las aguas subterráneas se dan situaciones aisladas lo que significa que un área se puede agotar con mucha rapidez y otra no. La distribución del acuífero es política únicamente en la superficie, más no bajo tierra donde todo es lo mismo y se mueve y cambia. El agua, como tal, tiene muchas facetas por lo que necesitamos una serie de soluciones.

Las mediciones del agua de la asociación COTAS son muy importantes, así como el trabajo del OCAS como observadores de agua, en este caso, constituido por los adultos. Sin embargo, el trabajo con niños pequeños y adolescentes es igualmente importante. Estamos creando un sistema de vigilancia usando el programa llamado Desafío Mundial del Agua y está siendo implementado con miembros de OCAS como Mike Lambert, entre otros. En Dolores Hidalgo están observando las aguas superficiales para detectar su grado de contaminación.

Por lo tanto, vamos a olvidarnos de las aguas subterráneas, como tal, porque es compleja la situación. Así que me estoy abocando a trabajar con los cuerpos de agua superficiales. Eso es algo muy concreto que podemos hacer. Hay muchos problemas con la legislación, las políticas, los organismos que operan … tenemos miles de problemas, así que vamos a trabajar en algo concreto y estoy apostando por los jóvenes estudiantes para que sean los futuros guardianes de sus recursos hídricos.

Comentario del público: Mi nombre es Alvaro Nieto y soy agricultor. El punto que más me ha llamado la atención de la charla de Chris es la cantidad de agua que se puede retener una vez que aumentamos la cantidad de materia orgánica en los suelos de cultivo. Dijo que con menos del 1 por ciento de materia orgánica podemos retener entre 8 y 10 litros por metro cúbicos, pero si tenemos más de un 5 por ciento, la retención sería de hasta 80 litros por metros cúbicos. Esa información es hermosa y quiero compartir una experiencia.

He sido agricultor durante 20 años y tomé una tierra agrícola que sólo tenía un 0.6 por ciento de materia orgánica. Durante 20 años no he tenido tiempo para revender o utilizar los residuos de nuestra cosecha, por lo que la hemos regresado a la tierra. Si tenemos en cuenta que sólo el 15 o 20 por ciento de la biomasa de un cultivo se utiliza para el consumo humano, ¿qué hacemos con el resto?

Si somos capaces de reincorporar los residuos al suelo agrícola, les puedo asegurar que en 20 años podemos aumentar el contenido orgánico del 0.6 al 4.5 y eso retiene el agua.

Actualmente, la cantidad de nitrógeno que tenemos en estos suelos es menos del 40 por ciento de lo que se utiliza en la agricultura convencional. En el caso de la agricultura orgánica, sólo por tener una rotación de cultivos y legumbres que realmente fijan el nitrógeno del aire, podemos tener cosechas muy decentes.

Me hubiera gustado tener más espárragos en Guanajuato. El problema es una cuestión social y técnica. Toma 4 años desde el momento en que plantamos la semilla y el año en que se cosecha el producto. Es difícil para México asumir el costo de un cultivo que se tarda 4 años. No me gusta el brócoli, se necesita entre 40 y 60 litros de agua para cultivar una cabeza de brócoli. Pero estos cultivos, como la coliflor generan buenos empleos. Y necesitamos eso.

Por otro lado, la alfalfa tiene una raíz de 6 metros de profundidad por lo que puede resistir la sequía. El problema es la forma como se riegan, la forma en que se inundan los campos. Es totalmente ineficiente.

Además, durante 400 años el Bajío ha sido el granero de México. Durante la colonia se suministraba a España, Cuba y todo el Caribe. Todavía es un cosechador de granos a pesar de que competimos con Sinaloa y Jalisco. La cantidad de grano sembrado en El Bajío es increíble. Toda la cebada y el trigo se riegan con un método de inundaciones llamado “melgas”. Nosotros intentamos utilizar cubiertas, en vez de inundar el suelo. El rendimiento aumentó un 10 por ciento sin usar tanta agua. Esto es una buena noticia.

Comentario del público: Mi nombre es Uriel Hernández, soy director general de la Agencia del Agua de San Diego de la Unión. Hoy estamos aquí porque estamos muy preocupados por la situación del agua en nuestra región. Como órgano operativo cambiamos cada 3 años y es muy importante reconocer la necesidad de estar en coordinación con una organización sin fines de lucro como lo es COTAS y otras instituciones.

Como parte de la estructura gubernamental, tenemos una visión a corto plazo de la gestión del agua. Por ejemplo, si el agua de un pozo se reduce, tengo que encontrar una manera de reemplazarlo y crear una red de agua en una situación adecuada. Así que les pido que sigan insistiendo, no se cansen de reclamar la atención de las autoridades, de los alcaldes, de los miembros del ayuntamiento porque de los 10 miembros del ayuntamiento, si uno solo presta atención, eso genera un cambio y crea conciencia. Sólo así podemos progresar.

Cesar Arias: Los invito a ser miembro del OCAS. Como sociedad civil, podemos hacer más que las propias autoridades para ayudar a los demás.